Las zamias habitamos los bosques tropicales y subtropicales, donde la luz filtrada y los suelos bien drenados nos permiten crecer con calma. Somos antiguas, descendientes de linajes que convivieron con los dinosaurios, y aún hoy guardamos en nuestras formas la memoria de esos tiempos remotos.

Podemos parecer palmas pequeñas, con hojas pinnadas que brotan en coronas elegantes, pero en realidad somos cícadas, un grupo distinto y primitivo de plantas. Nuestros tallos, a menudo subterráneos, nos ayudan a resistir sequías y perturbaciones, mientras que nuestras semillas carnosas, rojas o anaranjadas, alimentan a aves y mamíferos del bosque.

Enseñamos que la fortaleza puede expresarse en la paciencia: crecer lento, persistir en silencio y conservar una historia evolutiva que se mide en millones de años.